Estas ganas de sentirme mejor me toman de la mano y me ayudan a hacer equilibrio en la cuerda floja. Empiezan a irse las nubes de a poco, la tempestad que lleve en la espalda, con la carga pesada de llanto. Ya frené, ya paré, ya entendí que no hay motivo, me los invento yo misma, o quizá si existan pero no son suficiente para justificar la pérdida que en mi hacen.
Y si todo lo que vino, se fue, mejor que se vaya antes de padecerlo. Mejor tropezar con otra historia que caer con la misma una y otra vez.
Viniste con tu mochila de ilusiones, y resulta que quedaron iguales, nunca supiste sacarlas y hacerlas realidad. Quedaron ilusas bajo la cama, en un cajón, o repartiéndolas al mejor postor, a quien más besos desperdiciados te de.
Mejor quedarme en mi lugar para esperar realidades.