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Y si lo dejaste, no lo vuelvas a buscar, porque no sabes lo que valen, nunca aprendiste
a valorar.


Te vi, y no diría que fue amor a primera vista porque mentiría. Solamente te hable, te abrace, te besé, te sentí.
Te empecé a querer, de a poco y con cada palabra en el lugar correcto que pusiste. Me contaste de tu vida, yo de la mía. Hasta ahí, fuimos sinceros. Y todo parecía casi perfecto, y digo casi porque lo perfecto no existe, pero si lo mejor que podes sentir.
Cada abrazo era un mundo, cada beso un momento de paz. Cada risa un lujo, y cada mirada algo difícil de explicar. Pero el tiempo corría, y el corazón sentía. Pero, en solo un segundo, sentí un puñal en cada sentimiento.
Inconcientemente, había creído en lo irreal. No era fácil reconocer cuando el corazón se partió. Desde allí, nunca mas los besos fueron paz, fueron guerra por saber que te perdería. Quería luchar contra tu voluntad, pero no pude por más que  traté, por más que supuestamente habías tratado. Y en esa colección que tiene tu mente, y a  veces tu corazón, quede yo, como un recuerdo más. Pero hay un problema, mi corazón no tiene colección. Tiene solo un lugar, y todavía no se como sacarte y volver a ser la que antes era.
Pero tengo la convicción de que puedo. Vos crees que no, pero si quiero, olvido mas rápido de lo que te imaginas aunque me cueste.
Reclamo pero no veo mis propios errores. No veo todo lo mal que hice, lo mal que jugué, lo mal que perdí y poco gané. Fui causa de mis derrotas aunque no lo admita. Siendo fría, orgullosa, ciega. También hice lo mismo y no se justifica, pero no justifico el daño que en mi hicieron. Cuando estoy sola, puertas adentro, hay cosas que no comprendo, y cosas propias mías que no las puedo ver, me confundo en mi, que quiero mañana, que quise ayer. Trato de atrapar mis sueños, de que me juren amor sin importar que pase afuera, trato de vivir como si nadie se impusiera en mi camino.





A ti que me has ganado, con un naipe marcado la partida,
A ti que aun no sabes, los besos que te caben en la boca,
A ti que has comprendido, que a veces el olvido se equivoca,
A ti que has preferido, vivir como si nada fuera eterno,
A ti que has compartido, conmigo una almohada en el infierno.
A ti que has detenido con un beso el reloj,
A ti que me enfermas, a ti que eres mi envenenada medicina.
A ti que vas deprisa por miedo a que la risa se marchite,
A ti que has dirigido la flecha de Cupido a mi costado

Ella sonríe. Desaparecen todos los problemas, las personas, los miedos, solo puede sentir calma. Y se da cuenta de que por fin, ha eliminado todos los fantasmas, que apenas le quedan cicatrices, y que por fin puede volver a tocar el cielo con un dedo.




Cuando el egoísmo no limite tu capacidad de amar, cuando confíes en ti mismo aunque  todos duden de ti, y dejes de preocuparte por el que dirán.
Cuando tus acciones sean tan concisas en duración como largas en resultados.
Cuando sepas distinguir la sonrisa de la burla y prefieras la eterna lucha que la compra de la falsa victoria.
Cuando el ser espontáneo te libere del método.
Cuando actúes por convicción y no por adulación.
Cuando sepas perdonar, tan fácilmente como ahora te disculpas.
Cuando sepas enfrentarte a tus errores tan fácil y positivamente como a tus aciertos.
Cuando sepas obsequiar tu silencio a quien no te pide palabras, y tu ausencia a quien no te aprecia.
Cuando no trates de hallar respuesta en las cosas que te rodean, sino en tu propia persona.
Entonces, sólo entonces, serás un triunfador.

De tanto caminar en una cuerda floja, perdés el equilibrio y caes al abismo. De tanto perder, te volvés resistente a los errores. De tantas lecciones, aprendés el objetivo de tus metas. Y además, aprendés a quererte, a sentirte alguien, no algo. A vender por sentimiento cada abrazo. Ningún pie es lo suficientemente grande para pisarte, ninguna piedra es invisible en el camino. Aprendés que cada adicción, por más irremplazable que sea, siempre hay algo mejor. Cada vacío, una nueva ilusión puede llenarlo. Los sentimientos marchitos vuelven a florecer cuando sale el sol, cuando hay un día nuevo y todo es más claro.
Lo mejor de los errores, es eso, aprender. Tomar cada cosa, por lo que es, no por lo que significa.
Quiere ser. No quiere ser. Quiere ser a medias. Quiere todo. No quiere nada.
Tiene, no tiene. Sabe, no sabe. Piensa, no piensa. Habla, no habla.
Está indecisa. No sabe que hacer. Bueno, mejor dicho, no tiene
idea de que hacer. De que pensar, de que querer, de que sentir. No tiene
idea de nada. Y espera. Espera algo que le haga darse cuenta de
que es lo mejor, espera alguna señal que le ayude a tomar el camino correcto,
el ideal, el que la lleve hasta esa gran desconocida llamada felicidad.
Pero, lo que no sabe, lo que ella desconoce es que nadie va a decidir por ella.
Que no hay un camino trazado para ser feliz, la felicidad la empieza a formar uno mismo sin esperar nada de nadie.

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