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Me gusta recordar a veces. Recordar que podía hablarte como quería sin importar, que podía ser lo que siempre quise, libre y de la mano de alguien al mismo tiempo.
Pude conocer lo que es ser yo misma, sin aparentar, sin ocultar, sin tener límites, estando en compañía. Podía ser yo misma.
Me pudiste conocer de pies a cabeza, lo que pasaba por ella, lo que me dolía, y lo que disfrutaba en mi vida. Lo que ame y amo. Lo que me molesta. Cuando me enojaba, cuando con una mirada solamente podías entender que algo me molestaba, o lo feliz que podía estar.
Con un abrazo podía decirte mil palabras enteras, y tratarte de decir todo lo que pasaba, lo que sentía, lo tanto que podía amarte.
Fuiste mi amigo, y fuiste mi amor.
Te hacías necesario a veces. Necesitaba que ese beso también sea abrazo, y palabras de aliento cuando en mi vida había caídas, me diste la mano para levantarme.
Pude crecer con vos y descubrir cuanto cambiamos, y a pesar de haber crecido, la mirada seguía igual, siempre dulce. Inevitable hasta en los peores momentos.
Pude reírme hasta llorar, pude llorar hasta reírme. Lo lograbas.
Pudiste descubrir mil lunares en mí, mis manías y mis malas costumbres.
Me aceptaste como soy, y me amaste de la misma forma, sin cambiarme, así te gusté, así me dejaste ser, así me dejaste ir.
Me secaste las lágrimas, y más de una vez me diste razón para tenerlas.
Me creaste mil colores, mil sonrisas. Y también sacaste lo peor de mí, y la angustia más profunda.
Sentí y no sentí, siempre con vos y por vos.
Nos dieron mal las cartas. No terminamos de llenar todo ese vacío. A veces no valoré tu presencia, ni me extraño tu ausencia. Puedo reconocer la suma de mis errores, y la multiplicación de los tuyos. Puedo reconocer los rayones que le hice a tu inocencia, y descubrir las marcas que dejaste en mí.
Gracias por enseñarme a que tropezando, aun habiendo amor, te levantas de esa eterna caída.
Gracias por aprender a querer presencias, y no lamentar ausencias.
Muchas cosas quedaron en un tintero sin fin. Que queda ahí, en algún lado, que quizá se pierda en alguno de nuestros tantos recuerdos. Los “que hubiera sido si..” quedaron en una caja guardada.
Voy a aprender de tus cambios, voy a aceptarte como sos, no voy a cometer con alguien más los mismos errores. Voy a saber perdonar cuando se debe,  y a poner todas mis fichas cuando realmente algo vale la pena. Voy a extrañar algunas palabras, algún abrazo perdido, alguna charla de esas que descubría lo nena que era, y lo tanto que pude provocar alguna vez en vos. Lo tanto que mi corazón te quiso.
No llegamos a ser lo que quisimos, pero quisimos lo que fuimos.
Punto final.



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