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-Quiero que empecemos un AMOR al revés…
-¿Cómo al revés?
-Claro, que empiece MAL y termine BIEN


Que te quiero, si. Que te miro y me desarmo, si. Pero no me puedo enamorar de alguien que comparte solo un beso y algo más, alguien que no toco cada sentimiento. Me elevo hasta el cielo para luego dejarme caer y golpearme. Y volver. Si quiero digo no, si quiero digo basta, pero eso es mi decisión y nadie tiene ni mi voz ni palabra. Es un acto suicida volver a abrazar a lo que me lastimó, pero me arriesgo a sentir, sabiendo que después llega el dolor. Y yo no soy de las que ruegan besos, de las que caen rendidas a los pies de nadie. No por orgullo ni por cobarde, simplemente porque así aprendí a no ilusionarme, y darle sin querer a alguien la debilidad, el poder de destruirme en un segundo. Demostrar debilidad es darle el saber que como quiere, te arma y desarma a la vez.
Nos queda todo, casi todo por pedir.
 Pero nada más que hablar.



Hoy me di cuenta que hasta la persona que menos esperas, puede fallar. Se que no somos perfectos, que nacimos para esto, para caer y aprender de ello. Pero me sacan las ganas para pegar un golpe más arriba para crecer y quedarme donde quisiera. Mi inseguridad me hace dar cuenta que tomé la decisión correcta, por dudar gané también. No me arriesgue por miedo a mi misma, y resulta que hoy la culpable no soy yo. Hoy no me siento a declarar excusas sin sentido para justificar mi libertad, hoy me doy cuenta que nada es lo que parece, que el amor por mas que lo juren, no se prueba. Y ponía las manos en el fuego, realmente lo hubiera hecho. Pero hoy, no mendigo otra vuelta. Somos a prueba de milagros…
Sabes lo que me asusta, sabes lo que me gusta estar con vos.



Tengo miedo de dejarte ir y que no te vuelva a encontrar más. Pasó el tiempo, pasaron hasta años y por el hecho de pensar que estarías ahí, quise buscar lo que no encontraría.  Y pase por llanto, pasé por desilusión, por el corazón roto, por deslumbrarme y no poder ver que todo estaría oscuro en poco tiempo. Es la edad, es esta cabeza que no me deja en paz, es la inmadurez que todavía no se fue, lo difícil de decir que me la juego y dejar las malos intentos que me llevan a la nada y al capricho absurdo. Dejar mis extremos para encontrar el equilibrio. Perdí tiempo, perdí intentos, perdí lágrimas, pero en fin, aprendí a que en mis mil intentos nunca te fuiste.
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